miércoles, 18 de agosto de 2010

Capítulo 1: El juego autodestructivo

Parecía que todo había comenzado aquí, en el diminuto apartamento de Carmine St justo en la esquina con Bedford St. debajo del “Sweet Revenge”, un lugar muy acogedor en el West Village de Nueva York. Ahí fue donde me di cuenta exactamente de todo, de todo cuanto iba a tener que vivir.

Esa tarde fría de Octubre todo parecía estar como siempre, la gente llenaba las aceras del Village, la oscuridad era cada vez más intensa y el frío penetraba el abrigo marrón que había comprado en una pequeña tienda de Ganservoort St, que solía tener ropa de segunda mano “con mucha tradición”, no se exactamente a que se refería esa leyenda, pero según Hari, el sonriente hindú que atendía esa tienda, juraba que algún personaje famoso podría haber usado aquel abrigo que ahora me parecía que estaba hecho de papel, ya que sentía todo mi cuerpo cubierto por una fina capa de hielo.

Ahí me encontraba justo en la puerta de mi apartamento, esperando a que ella llegará, las nubes comenzaban a descargar unos cuantos copos de nieve, y gotas inmensas de lluvia. (algo pronto para el otoño) Observé durante ese tiempo de espera, como la gente puede llegar a ser tan frágil y temerosa por la naturaleza, la expresión angustiosa de algunas personas por resguardarse de la lluvia y el viento, resulta conmovedora, había algunas personas que de verdad lo estaban pasando muy mal con esa leve precipitación atmosférica. Sin duda es nuestra naturaleza… frágil.

No me atrevía a subir al apartamento, preferí esperarla a un lado del “Sweet”, ese restaurante que tantas veces frecuentamos a todas horas, desde una celebración espontánea, hasta una simple ojeada al New York Times por las mañanas con una buena taza de café turco, o un aperitivo antes de asistir a alguna reunión en casa de nuestros amigos como solía ser común los fines de semana. 

Los minutos pasaban, ya se había retrasado por lo menos 20 minutos de la hora habitual a la que solía llegar. ¿Sería por la nieve?, ¿Habría perdido el autobús 87? Y tendría que esperar el siguiente que era el 64 y tardaba por lo menos 14 minutos más que el anterior, no lo se, todo pintaba para que no fuera una de esas noches maravillosas que solíamos tener al principio de la relación. Fue una sensación extraña desde que recibí su llamada por la mañana -“tenemos que hablar” - No pude dejar de pensar todo el día en lo que me esperaría, lo sabía, sabía perfectamente, no podía ser algo bueno, había agotado mis oportunidades, mi cabeza estaba a punto de estallar, Sophia no era una mujer que se andaba por las ramas, lo tuve claro desde que la vi desenvolverse como pez el agua en las tareas de producción que hacíamos para aquél cortometraje que la universidad en la que recientemente habíamos terminado la carrera de cine, nos obligaba a hacer como parte de nuestra titulación. Sophie no se intimidaba ante nada ni nadie, ella siempre se plantaba ante cualquiera para pedirle o solicitar cualquier cosa que hacía falta para poder hacer feliz al director de dicho trabajo. En general su vida era así, ella tendía a imponer sus normas en casi todos los aspectos, no es que fuese mala, todo lo contrario, esa fragilidad que llevaba por dentro la ocultaba de una forma magistral detrás del disfraz de mujer segura y arrogante.

Ahí seguía yo, debajo del toldo que cubría parte de la entrada del edificio, ¿tiritando por el frío o por lo nervios de las espera?, supongo que ambas cosas provocaban que no pudiera estar quieto ni un segundo. El reloj que estaba dentro del restaurante contiguo parecía más lento de lo normal, cada segundo se alargaba de una manera interminable... seguía esperando, Sophie no era impuntual, algo tenía que haber pasado en el camino, tampoco era para exagerar, pero mi tremenda desesperación y ansiedad me hacía pensar cosas absurdas.

Comencé a recordar esas tardes que Sophie adoraba pasear en Central Park y sentarse junto al lago a un lado de Bridal path, para leer o simplemente observar los árboles que cubrían todo a su alrededor, ella siempre insistía en que la acompañase, pero la verdad pocas veces lograba disfrutar tanto como ella de esas tardes frías en medio de aquel inmenso parque, yo prefería estar dentro de una cafetería disfrutando de un buen libro o intentando contestar los mails que constantemente recibía de mi madre desde que descubrió las maravillas del correo electrónico. Es verdad que últimamente pasaba poco tiempo con Sophie, cada vez nos alejábamos más el uno del otro, ella me culpaba siempre a mi de estar apático y deprimido, la verdad es que no estaba pasando por un buen momento, no lograba encontrar un trabajo “decente” en meses y la verdad estaba empezando a sentirme una mierda. Yo deseaba trabajar en cine, adoraba la producción, el poder “armar” una película, video, documental o lo que fuese, era bastante excitante para mi. Sophie en cambio, había logrado colocarse en una productora pequeña pero con proyectos muy interesantes que le hacían estar inmersa en ese mundo casi las 24 horas al día, motivo por el cual en ocasiones discutíamos, yo reclamaba más y más de su tiempo sin ninguna consideración por lo que era su pasión. Afortunadamente en ocasiones me llamaban para asistir a un equipo de producción que hacía anuncios de pañales o de vez en cuando alguna campaña para algún político de un partido que creo que ni si quiera existía. Eso me permitía con dificultades pagar la parte de las facturas que me tocaba. Luchaba con todas mis fuerzas por no ser así con ella, sabía que adoraba su trabajo y conocía muy bien esa sensación de estar finalmente en lo que te gusta y lo difícil que era ahora para mi volver a trabajar en algo que realmente me interesara.

Estaba a punto de subir las escaleras hacía casa cuando por fin le vi a lo lejos, con el cabello suelto y un poco mojado, se le había rizado más de lo normal, no llevaba paragüas, solo un abrigo rojo que le hacía resaltar como una chispa incandescente entre cientos de pedazos de carbón apagados. No tenía buen aspecto, su cara demostraba un poco de rabia y dolor con aceptación. Un seco beso en los labios y subimos a nuestro apartamento. Sin dejar pasar un momento y quitándose el abrigo o soltó, sin hacer mucho ruido.

-¡No podemos seguir más!. Esto se acabo. No puedo más.

Las explicaciones y las justificaciones sobraban, yo no podía seguir con ella en esos momentos, sentía que me derrumbaba por dentro, mi mundo se había concentrado en pensar solo en mi, egoístamente en mi y en todo lo que necesitaba, sentía que todo se me tenía que dar, así por las buenas, que mi dolor era lo más importante y solo yo merecía toda la atención. Deje de lado su amor, las oportunidades, los buenos momentos y solo me dedique a buscar problemas donde no los había, entre en el peor juego autodestructivo que podía imaginar, me dedique a confundir las cosas y mezclar los errores con las paranoias que mi mente deformaba para mi. No quería hacerle caso. -¡Busca ayuda! Me dijo muchas veces… No podía, no era el momento.

Sabia de sobra que pelear por una causa perdida no era lo mejor… y menos con Sophie, que siempre parecía tan segura de si misma , tan fría, tan directa que no tenía posibilidad alguna de hacerla cambiar de opinión, por lo menos en esos momentos. Solo habían pasado 10 minutos de conversación, sin discusión, sin opciones, solo un frío monologo de ella. Para mi fueron horas de pie junto a la ventana, viendo como la ente entraba y salía de los comercios asentados en Carmine St. No dijo más, se dio la vuelta y se metió al baño, me puse al abrigo, encendí un cigarrillo y bajé las escaleras hasta la entrada principal, atravesé la calle sin mirar, casi me atropella un taxi, seguí andando hasta la séptima avenida, no sabía que rumbo tomar. Me subí al primer autobús que paró, había dejado de llover, no había más de esa fina nieve que caía, el autobús avanzó, no se cuanto, hasta que me di cuenta que estábamos en el corazón de Manhattan, recordé que James vivía muy cerca de Broadway St…. Me vendría bien alguien con quién hablar.







Capítulo 1.2 El juego autodestructivo (continuación)
Muy bien, llegados a este punto de mi decepcionante vida, lo mejor será presentarme. Me llamo Alfredo Alonso, nací en New York el 23 de junio de 1980 en el North General Hospital de Madison Av., exactamente enfrente del Morris Park. Mis padres son de origen mexicano, de Casas Grandes, Chihuahua, un sitio muy pequeño al norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos. Mi padre no era precisamente el estereotipo de inmigrante sin papeles que había llegado a este país a buscar algo que comer, más bien todo lo contrario. Mi padre, Alberto Alonso era un gran médico, era el mejor cardiólogo de Chihuahua en aquéllos años cuando le llamaron para trabajar en el North General Hospital de la ciudad de New York, un hospital nuevo que podría ofrecerle grandes retos a mi padre y una vida mejor a nosotros. Mi madre, Eloísa Robles , una mujer educada a la antigua o más bien como era lo habitual en las mujeres de su época en un pueblo de México, “mujeres hechas para el hogar”, una chica “norteña”, alta y hermosa de ojos grandes y pelo negro como la noche, de ideas claras y sobre todo, ofrecía el gran apoyo que mi padre necesitaba en todo momento. Sin duda era una mujer cariñosa y alegre, pero con un carácter que lo mejor era no hacerla enfadar. Por ultimo estaba mi hermana Ana, dos años mayor que yo y el orgullo de mi padre ya que ella si había sus pasos en el campo de la medicina, no como yo, que prefería estar detrás de las cámaras. Ana era muy tranquila, a veces creo que siempre le ha gustado demasiado ayudarme, lo había hecho desde que éramos pequeños, siempre estaba ahí para apoyarme en todas mi locuras y para sacarme de algunos problemillas que tenía constantemente con nuestros padres. Ana era hermosa, me impresionaba mucho verla con su bata blanca como la nieve, con su estetoscopio al cuello y su rubia melena recogida con una coleta. Ana era una maniática de la limpieza, su habitación parecía uno de esos pulcros quirófanos que me llevaba a ver mi padre cuando era un niño. Ana nunca congenió con Sophie del todo, decía que era muy callada, y que eso en una mujer no era “natural” y por lo tanto no podía ser bueno, en ocasiones actuaba en el papel de madre con respecto a mis relaciones, yo siempre pasaba por alto sus opiniones en ese aspecto, aunque debo confesar que en más de una ocasión había acertado en cuanto a mis parejas. Como me dicho, no me dejaba influir por ella, pero con Sophie todo había sido distinto desde que la conocí, había descubierto en ella muchas más cosas que en todas mi relaciones juntas, no era la típica chica loca que conoces de una noche, ni tampoco te daba la sensación de que sería la mujer de tu vida que estaría siempre a tu lado. Creo que esa “ambigüedad era el misterio que me mantenía siempre enganchado a ella. Nunca había amado así, con ella descubrí el significado real de la palabra amor, tenía miedo sin duda, y en muchas ocasiones no sabía como actuar ante ese cúmulo de sentimientos, me superaba y me aterraba el hecho de que algún día ella pudiera marcharse. El sexo era maravilloso y espectacular, lograba mantener esa punto de equilibrio entre lo erótico, salvaje, pasional y lo tierno, dulce y amoroso, siempre estaba dispuesta a complacerme y yo hacía lo mismo, siento que era un punto demasiado fuerte en nuestra relación hasta que todo se derrumbo, y con todo eso, tampoco el sexo no salvó del abismo.

New York siempre había sido muy especial para mi, adoraba esta ciudad, aunque últimamente no la disfrutaba como antes, por todo mis problemas con Sophie. Pero sin duda amaba este sitio, creo que tuve una infancia bastante normal, sin grandes cambios ni sobresaltos, cuando decidí estudiar cine, mi padre no se lo tomó muy bien, quería que su hijo varón siguiera sus pasos, afortunadamente Ana podía llenar sus expectativas, lo suficiente como para al final dejarme estudiar lo que me dio la gana.

Sophie provenía de una familia francesa que había emigrado a EEUU, sus abuelos llegaron a finales de los años 30´s cuando los grandes rascacielos se comenzaban a levantar imponentes dentro del paisaje de esta maravillosa ciudad. La familia Broussard había logrado hacer una pequeña fortuna en el negocio de la ropa, había aprovechado su origen para poner una pequeña tienda de ropa con diseños “modernos” e influenciados por la moda europea, pero con precios muy asequible. Poco a poco fue ganando popularidad hasta convertirse en una tienda grande de almacenes que a finales de los años 70, se declararía en banca rota. Aún así la familia logro ahorrar una buena suma que lograron invertir en varios negocios y que les permitía llevar una vida bastante cómoda, si bien no tenían grandes lujos como en los buenos años, por lo menos se podría permitir vivir tranquilamente. Sophie siempre fue apoyada en todos sus proyectos por su familia, cuando les dijo que quería estudiar cine, nadie se opuso a que la menor de los Broussard se metiera en el complicado mundo del cine. 

Sophie había crecido en una ambiente familiar bastante “correcto”, ella y su hermana Rebeca, 5 años menor, siempre habían sido educadas para ser unas “niñas bien”, Sophie detestaba las peleas de sus padres por las decisiones en el negocio familiar y que eran muy frecuentes, tal vez por eso era que nunca quería pelear con nadie, odiaba el conflicto, sin embargo siento que se ahogaba por dentro de la confusión al no poder expresar su enojo, sin duda estaba imposibilitada para la discusión… que muchas veces podría ser algo positivo.-

En fin, bajé del autobús y me dirigí casa de James. La puerta estaba entre abierta, el edificio de James se caracterizaba por ser normalmente muy silencioso, llamé una vez y nadie me respondió. Abrí la puerta completamente y me adentré en el departamento de mi amigo, había un tranquilidad inquietante. Comencé a escuchar unos extraños ruidos al fondo del pasillo que llevaba a la habitación principal, camine sigiloso sin hacer ruido, ¿podría ser un ladrón que ha intentado robar la colección de cómics tan valiosa que supuesta James había comprado por 2 dólares en una bazar de cosas antiguas en New Jersey y que según él , realmente costaba una fortuna? O, ¿Habían entrado con el objetivo de robar la vieja guitarra que según mi músico amigo había ganado en una apuesta de póker a un primo de Kurt Cobain, que su vez le había robado al difunto vocalista de Nirvana antes de ser casi un dios del grunge?, como esas y miles de historias más estaba lleno mi querido amigo… algunas ciertas, otras no lo se, conociéndole, todo podría pasar. Abrí de repente la puerta de su habitación, estaba ahí, enrollado entre el edredón y una chica de pelo negro de ojos achinados y mirada perdida, al verme la pareja ni se inmuto. Lo único que salió de su boca fue: -¡ Hola hermano¡… mmm ¿te quieres unir a la fiesta?.... Ehh.. no gracias, te espero en la cocina… me voy a preparar un café… ¿Estas seguro? Pregunto ella… y salí de ahí, no que me asustara con esas cosas, ni mucho menos, la verdad siempre he sido lo suficientemente abierto en el sexo, pero creo que mi cabeza estaba pasando su peor momento y lo que menos quería era “sobrecargar” mis neuronas con más sobresaltos. Media hora más tarde la chica salió de la habitación, con una expresión de sabiduría y pasividad muy extraña, paso a un lado mío, me beso en los labios se puso su abrigo y se marcho sin decir nada. 

Toda ha terminado ¿no es así? Pregunto James… A que te refieres, contesté. Venga no te hagas el tonto, ha terminado todo entre Sophie y tu… lo puedo ver en tus ojos, no puedes ocultar el dolor que te causa el haber perdido a la mujer de tu vida. Ya se que ha sido tu culpa, y mi papel de amigo genial y buen rollo es decirte: “No pasa nada, ya se te pasará, hay miles mujeres”, o la mejor de todas: “ya encontrarás a la mujer que realmente te quiera” jejeje o una muy buena también es: “las cosas son por algo”… Una mierda, las has cagado y bien cagado, has perdido lo que más querías y eso te duele, has sido incapaz de retener lo que según tu más te importaba… ¿y por que?... por tu puto egoísmo. Lo siento querido amigo y sabes que estas son mis palabras de apoyo. No pienso tratarte como una víctima. Ahora toca sufrir… pero antes nos vamos a beber un buen whiskey y además tengo una marihuana que te vas a sentir como rey lagarto en sus mejores épocas.

Ese era James, un alma libre, a veces demasiado, el había decidido llevar la vida de un rockstar , es decir, sexo, drogas, rock and roll y cualquier cosa extrema que le pudiera mantener la adrenalina a tope en todo momento. Tenía mucho talento, era muy buen músico pero desafortunadamente no había llegado a ser una estrella famosa del rock, a cambio de eso, era un aclamado productor musical que se ganaba mucho dinero haciendo música para publicidad, ringtones, alguno que otro dibujo animado y hasta música para videojuegos. ¡Mariconadas! como el decía, su frustración era terrible ya que las musas le habían dado la sensibilidad y el talento de una niña de doce años para producir temas de éxito en series de adolescentes, anuncios de compresas o papel de baño, videojuegos de ponys y perritos etc. Todo lo que James decía que no correspondía a un “tipo duro” como él, pero que sin embargo le permitía vivir una vida bastante cómoda llena de excesos que se podría costear sin mucha dificultad. Su departamento de Broadway St, era el típico loft del artista atormentado, según el era un amante de los Sex Pistols, y tenía una bandera con la cara del Che Guevara nada más entrar por la puerta, pero los pocos muebles que tenía eran de los diseñadores más caros de la ciudad o la sábanas de su cama costaban más que toda la ropa que había en mi armario junta. Sin embargo era un amigo como pocos, pese a su falta de tacto para apoyar a alguien, en el fondo siempre se podía contar con él. A Sophie nunca llego a caerle bien del todo, tampoco es que me haya prohibido verle, pero yo podía leer en sus ojos el mensaje: “no es una buena influencia para ti”. Un poco de razón si que tenía, El salir siempre con James, implicaba mucho alcohol y auque yo no fuese un fanático de las drogas (de hecho me daban mucho miedo) siempre terminaba metiéndome alguna raya de coca o fumando marihuana hasta el amanecer viendo el amanecer desde la azotea de su edificio.

Bien, esta botella esta “finito” vamos a al “Candy Bar” de la 21st, ahí no podremos beber una cervezas y contemplar las maravillosas mujeres que suelen pasear sus cuerpos por ahí.. y si te portas bien… ¡James! - ¿qué voy a hacer!? Por lo pronto te vendrás unos días a mi casa, mientras te buscamos un bonito apartamento donde puedas vivir sin esa “muñequita” que tenías por novia.

Así empezó mi peor fase autodestructiva, se que James no tenía ninguna intención de hacerme daño, sino todo lo contrario, lo que pasa es que esa era la única manera que conocía para que yo me distrajera. Fiestas eternas todos los días de la semana, alcohol y drogas por todos lados, mujeres que entraban y salían tan rápido de mi nuevo mundo que ni siquiera lograba recordar sus nombres, sexo desenfrenado y sobre todo en grandes cantidades, la verdad nunca había tenido problemas para ligar dentro de lo razonable, y tampoco había tenido a muchas mujeres alrededor, yo siempre fui bastante “normalito” en ese aspecto, no era un monstruo, pero tampoco era Brad Pitt, sin embargo las posibilidades que nos daba la droga eran interminables, con un poco de cocaína podíamos invitar a un par de chicas… o más a estar toda la noche con nosotros, James lo tenía muy estudiado y era un maestro en todo eso. Las primeras semanas todo era nuevo y maravilloso, me sentía genial y aunque en todo momento tenía a Sophie dentro de mi cabeza, toda esa vorágine de sensaciones distraía en gran medida mi dolor. Desde mi ultima conversación con ella, hace ya casi 5 semanas, no la había vuelto a ver, no había puesto un pie en “nuestra casa”, todas mis cosas estaban ahí, estaba viviendo una fiesta eterna a cuenta de James, incluidos los calcetines que llevaba puesto. No entendía lo que estaba pasado, los días iban tan de prisa que no podía detenerme ni un segundo a pensar, y lo de Sophie era increíble, ni siquiera había intentado llamarme para saber por lo menos si aun estaba vivo, yo creo que lo intuía o al menos eso quiero pensar para explicarme tanto desprecio. Yo sin embargo me moría por dentro, me consumía a cada segundo y los pocos minutos en lo que me encontraba lúcido no hacía más que lamentarme por todo lo que había pasado. 

Así continué durante un par de meses, los que noches eran muy largas, esas largas juergas me dejaban agotado pero con ganas de más y más, yo no se serían las drogas y la falta de sueño y tranquilidad, pero constantemente sentía que alguien me seguía muy de cerca, sentía como si me observarán en todo momento, el invierno era bastante crudo y caminar por las calles de New York por la noche, en ocasiones era algo muy desagradable, y además con esa extraña sensación que atribuí a una simple paranoia provocada por mi estado de ansiedad, sentía que todo se derrumbaba en mi, las cosas comenzaba a perder el sentido una a una, y como en un cuadro de Dalí, todo perdía la forma y la perspectiva racional.

Una mañana y con la cabeza a punto de explotarme por las cantidades industriales de alcohol y cocaína de la noche anterior, decidí ir por mis cosas a casa de Sophie, ya no era “nuestra casa”, me había convertido en un fantasma , ¿o ella era el fantasma?, aún así los espíritus echan de menos sus cosas, esas que alguna vez le hicieron feliz. Y tenía que llevarme de ahí lo mucho o poco que me pertenecía.



Capítulo 2: La metamorfosis
Eran las 19:19 hrs. Llovía bastante fuerte, pero no me importaba nada, llegue caminando hasta casa de Sophie, estuve alrededor de 40 minutos en la acera de enfrente, pensando que le iba a decir, ¿te quiero?, ¿lo siento?, ¿te he llamado?, mi cabeza estaba confundida, no paraba de pensar y de darle vueltas a las cosas, no sabia como iba a reaccionar al verla, ¿me hundiría del todo?, ¿recobraría mi vida?...

En ese momento la vi llegar, al apartamento, no iba sola, un hombre le acompañaba, vestía traje y una gabardina negra, parecía uno de esos ejecutivos que trabajaba en Manhattan y que no se permitía el mínimo descuido en su apariencia. Mi cuerpo se iba desmoronando más y más por dentro, mi peor pesadilla estaba frente a mi ojos. ¡Estaba con él, era su nueva pareja! Antes de entrar la beso, si, un beso de pareja, me sentía quemar por dentro, la helada lluvia me provocaba ningún efecto, no podía dejar de mirar, era el fin para mi, sabía que no podría volver atrás, todo estaba perdido. Saque la botella que llevaba en el bolsillo trasero de mi pantalón, la abrí y le di un buen trago. Seguía quemando por dentro, lo tomo de la mano y entraron juntos. No podía soportarlo más, comencé a imaginarles en nuestra cama, compartiendo el que había sido nuestro espacio, todo lo que había ahí era de los dos, cada parte de esa casa la imaginamos juntos, y ahora él estaba suplantando mi lugar, ¿qué habría hecho con mis cosas?, ¿estarían aún ahí?, ¿las habría tirado a un contenedor de basura?, ¿Las había donado a una iglesia? No lo se, y no pensaba averiguarlo, comencé a caminar rápidamente, después corrí y corrí hasta sentir que el corazón me iba a reventar, mi respiración era demasiado agitada, tuve un mareo, estaba en una zona que no conocía, no parecía muy segura, me senté en la acera, la lluvia aún seguí cayendo con intensidad, había callejones por todas partes, la oscuridad me absorbía lentamente, comencé a sentir que todo me daba vueltas, tenía ganas de vomitar, tenía náuseas por todo el cuerpo, todo esta en desorden sentía como mi mente se separaba de mi cuerpo, todo era malestar, no podía respirar, el aire era denso y a pesar de la lluvia sentía que algo me quemaba por dentro. Perdí el conocimiento. Por unos instantes logré verme desde arriba, como si estuviera flotando, ahí estaba mi cuerpo tirado en la acera, la poca gente que había no reparaba en mi, pasaba por uno borracho más dormido en esas horribles calles. Comencé a tener pesadillas horribles, todo era confuso, solo había dolor y ansiedad, miedo y agonía, sentí que moría por primera vez, esa fue la noche en la que sentí morirme por primera vez. Mi cuerpo estaba helado, no podía moverme, aún no sabia si continuaba con una de las pesadillas o simplemente no era capaz de hacer ningún movimiento. Solo recuerdo en lo más profundo de mi corazón y de mi cabeza que deseaba morir, deseaba no sentir más ese dolor, estaba inmerso en histeria sin control. Solo pedía eso, que alguien me llevará de ahí y que depositara mi cuerpo en un bosque lleno de árboles donde solo pudiera escuchar el ruido de las hojas al caer. La botella se había roto en mi bolsillo, sangraba un poco y el dolor físico cada vez era menor, lo que sentía por dentro no podía comparar con cualquier otro tipo de herida. Comencé a abrir los ojos lentamente, todo seguía tal cual, tenía una herida en la frente que sangraba un poco, me sentía fatal, pero el dolor había desaparecido. 


Me sentía con fuerza y sobre todo con una extraña tranquilidad que no era lo más lógico en ese momento. Algo paso dentro de mi. ¿Acaso alguien había escuchado mis gritos y me ha ayudado de alguna manera?, no era normal que después de haber querido matarme, ahora me sentía bien…incluso animado. Me incorporé casi de un salto, la lluvia continuaba y parecía cada vez más y más fuerte, el cielo parece que se iba a caer completamente esa noche, caminé hacia el estrecho callejón, la sangre había dejado de salir de mi herida, un gélido viento paso por en medio de mis piernas y entonces la ví, una silueta al fondo del callejón, no sentí miedo, de hecho todo lo contrario, algo en mi me animaba a acercarme a esa figura, mientras avanzaba iba poco a poco reconociendo a ese ser, era una mujer sin duda, muy alta, esbelta y con el pelo recogido, con un abrigo gris, parecía que no se mojaba a pesar de la intensa lluvia, al estar frente a ella me acaricio la mejilla. ¡-Pobre de ti, mírate estas hecho un asco, ¿has tocado fondo? Y ahora solo quieres morir ¿no es así?. – Sí, así es, respondí. Yo puedo acabar con ese sufrimiento, pero tendrás que trabajar para mi. ¿Quién eres tu? Le pregunte. Yo soy lo que has pedido, soy la ayuda que te hará salir de ese agujero en e que vives, o simplemente haré realidad tus sueños, y te daré una muerte digna. Solo quiero dejar de sufrir, le dije. ¿Sufrir? ¿Estas sufriendo por una mujer? Eres patético. Sin embargo, creo que harás lo correcto. Te lo preguntaré una solo vez. ¿Quieres dejar de sufrir? y además tener todo lo que deseas, incluso a Sophie. Sí, dije tajante. Pues muy bien, escucha una cosa, yo te daré todo eso y muchas cosas más. Pero tendrás que obedecerme y hacer lo que te pida en el momento que sea. ¿Aceptas? Si, ya te lo he dicho, haré cualquier cosa por recuperar a Sophie, lo que sea. Muy bien. Mañana al despertar todo será diferente, te sentirás bien y tu vida cambiará, y muy pronto tendrás a esa mujer. Pero hay una cosa que debes saber… Jamás volverás a dormir, las noches serán eternas y no podrás cerrar los ojos, no te pasará nada, no estarás cansado, ni con sueño y te sentirás más vivo que nunca. Pero tu sueño ahora me pertenece. Ahora vete, y disfruta de tu ultima noche en la que podrás dormir, la ultima.


Capitulo 3. La resurrección hacía lo irreal.
Al parecer había dormido poco más de 48 horas, había sido un sueño reconfortante, el único en profundo en varios meses, estaba acostado en una cama enorme, parecía la suite de un hotel, me levante y fui hacía la ventana, abrí las cortinas y parecía un día perfecto, el sol radiante, la gente paseaba por las calles de un lado para otro como cualquier otro día de fin de semana en New York, estaba un poco aturdido pero me sentía bien. ¿Qué había pasado? ¿Había sido un sueño? ¿Dónde me encontraba? ¿quién me había llevado a ese hotel? Solo podía reconocer desde la ventana que me encontraba en la octava avenida cerca de Colombus Circle, y a un lado de Central Park. Examiné cuidadosamente la habitación, sin duda era un hotel caro, en la mesa que estaba a un lado de las ventanas que daba hacía la octava avenida, había una bandeja con el desayuno, jugo de naranja, café y pan tostado con mermelada de frambuesa. Había también un sobre negro si ninguna inscripción, lo cual me dio un vuelco al corazón. Tenía mucha hambre y comencé a devorar toda la comida. Cogí el sobre con las dos manos y lo abrí, había un carta, un papel del completamente blanco, sin ningún dato que pudiera aclararme su procedencia, desdoble el papel para ver lo que ahí ponía, lo cual me dejó aún más inquieto. “No es un sueño, ahora comenzarás a vivir”.

A pesar de todas las interrogantes, y todo lo que me había ocurrido la noche anterior, cada vez me sentía con mas fuerza, con más ganas de hacer todo aquello que había perdido hace varios días atrás. ¿Pero que iba a hacer exactamente? No tenía trabajo, ni casa, y no tenía muchas ganas de regresar al loft de James, y lo peor es que no tenía nada de dinero, ¿cómo demonios iba yo a pagar ese par de noches en el hotel?. Sin embargo parece que mi mente y mi cuerpo estaban negados a la angustia, no sentía el pánico que normalmente hubiera sentido en una situación como esa. Me metí en la ducha, estuve varios minutos con el agua caliente mojando mi cabeza, los recuerdos de esa noche “extraña” rondaban en mi mente, ¿dónde estaría esa mujer que me ayudó, y que me dijo todas esas cosas tan extrañas? ¿ es verdad que no volvería a dormir jamás? ¿por qué?, ¿ que sentido tenía eso?.

Termine la ducha, me vestí y baje a la recepción, ahora vendrías los problemas, ¿que iba decir? ¿Que no se como llegue ahí y que no tenía dinero para pagar?...

Buenos días señor Alonso, ¿ha disfrutado la estancia con nosotros?.. ehh mmm si, creo que si. Muy bien señor, ya esta todo listo para su salida, todo esta en orden y cuando lo desee el coche le esta esperando en la puerta. ¿Coche? ¿qué coche?... ¿todo esta en orden? Pero.. ¿quién ha pagado?. Jejeje Que bromista es usted. El coche le esta esperando en la entrada principal del hotel. Que pase un buen día señor, y le esperamos muy pronto, recuerde que esta siempre será su casa.

Todo era cada vez más confuso, caminé hacía la entrada y un coche negro me esperaba, el chofer me abrió la puerta de atrás y sin pronunciar ninguna palabra me indico muy amablemente que me introdujera en el vehículo. No podía perder ya nada más, sin decir nada me monte en el coche. Pasados unos minutos y al ver que nos dirigíamos hacía las afueras de la ciudad, me anime a hablar con mi acompañante. ¿a dónde nos dirigimos? A su casa señor Alonso, ¿mi casa? ¿ que casa? Yo no tengo casa. Cuando lleguemos a nuestro destino se dará cuenta de que
todo esta en orden tal cual y como usted lo desea.

Después de un largo viaje llegamos a Amagansett, cerca de East Hampton, un lugar que me era familiar, en algunas ocasiones cuando yo era niño, solía acompañar a mi padre a visitar a algunos de sus amigos médicos que tenían su casa de verano, llegamos a un lugar cerca de Indian Wells Beach, una casa del siglo XIX, muy cerca de la playa. ¿Esa era mi casa? ¿desde cuando?.

Hemos llegado señor, no se preocupe, pronto todo estará en orden. ¿en orden? otra vez con la frasecita, nada estaba orden, todo era una locura surrealista, hace dos días que vivía en extraño sueño donde nada tenía coherencia. Y ahora este hombre me dice que esta era mi casa, un lugar donde nunca había estado y que solo había visitado los alrededores con mi padre y sus amigos cardiólogos. A pesar de mi tranquilidad, todo esto comenzaba a tener un tono de locura. El paisaje invernal era espectacular, al igual que el extremo fría que comenzaba a calar mis huesos, la noche estaba a punto de caer y yo seguía sin respuestas. ¿Sería verdad aquello de no volver a dormir? Llegamos a la entrada principal de la casa, estaba completamente reformada, conservaba todos los detalles antiguos, pero a su vez fusionaba con detalles modernos en cuanto a comodidades. El chofer me dejo en la puerta y sin decir nada se marcho. Recorrí la casa de arriba abajo sin encontrar ninguna señal de los verdaderos dueños, todo parecía que estaba reservado para la llegada de alguien. La cocina esta perfectamente equipada con todo lo indispensable para sobrevivir varios días, había tres habitaciones en la parte de arriba sin nada en particular más que la extraña “calidez” que emitían. La verdad que en otras circunstancias no me hubiera importado vivir ahí sin ningún problema.

El sótano también parecía equipado con todo lo necesario para sobrevivir al inviernos, leña para la chimenea, carbón, agua, lámparas de emergencia etc... Al fondo había una habitación que intente abrir, pero era la única puerta en toda la casa que se encontraba cerrada. No le dí mucha importancia.

La noche había caído de golpe y el frío y la nieve comenzaban a caer sobre la playa, encendí la chimenea, tome un vaso de la cocina y me serví de una botella de ron que estaba en la sala. Me senté a observar el fuego y los recuerdos sobre los últimos acontecimientos venían a mi cabeza como destellos de luz, rápidos, afilados, se mezclaban con la imagen de Sophie y eso me hacía estremecer.

Creo que estuve alrededor de dos horas mirando el fuego… de pronto alguien llamó a la puerta. ¿Acaso sería la mujer que me había ayudado?...




Capitulo 4. La edición.
- ¿Te gusta tu nueva vida?



-  ¿Qué vida? Esto no es vida. No se lo que es.

Tu has pedido que el sufrimiento desaparezca ¿no es así? pues es lo que tienes, o ¿acaso sientes ese mismo desasosiego por que estabas en la calle destrozado?.

- La verdad es que estoy muy bien, no siento nada. Siento... una rara tranquilidad que no se como definir, parece que todo se ha detenido, como si el torbellino de sentimientos hubiera arrasado con todo y solo yo quede con vida. Pero, ¿de dónde viene todo esto? ¿quién eres tu? ¿por qué me has dicho que jamás volvería a dormir?.

- JEJEJJEJ,  tranquilo mi querido Alonso, todo es más sencillo de lo que imaginas, tu quedaste en medio de la calle maltrecho, sin vida, lleno de rabia, hundido en la miseria más absoluta por causa de la perdida de amor, el amor no existe, te has hundido debido a que no habías encontrado nada en tu vida que redimiera tus instintos básicos e intentaste quitarte la vida.

- ¿Estoy muerto?.

-¿Acaso no lo estamos todos? Digamos que estas en el punto medio entre la vida y la muerte, pero vamos todo es tan relativo querido.  Ahora solo tienes que optar por lo que más quieras. Déjate de tonterías cursis y románticas, jamás volverás a estar con esa chica, y créeme es lo mejor para ti. Ahora podrás tener todo aquello que deseas.

- ¡No deseo nada!

- Claro que si, deseas alimentar lo que antes llamabas alma, deseas sentir, deseas vivir, deseas el sentido de tu vida.

-¿De que me sirve eso ahora que estoy muerto?

- Aún no lo estas, te repito que estas en un estado de transición en donde puedes decidir que camino tomar, yo no te he quitado la vida, lo has hecho tu mismo.  Ahora solo puedes retomar tu vida tal y cual las habías dejado o ser completamente un ser nuevo.

- Y ¿cuál es el precio por todas esas maravillas que me ofreces según tu?

-  ¿A ti te gusta el cine, no es así!

- !Si claro!

- Entonces tengo el trabajo perfecto para ti, tendrás que editar la vida de las personas. ¡ven conmigo, te enseñaré una cosa.

Bajamos al sótano, justo  donde estaba  la puerta que no pude abrir cuando llegue a la casa. Abrió  la puerta con un ligero movimiento de muñeca,  al parecer ahora estaba sin llave y no ponía ninguna resistencia. La habitación tenía una luz tenue, era un sala de montaje antiguo de esos que solo había utilizado alguna vez durante mis practicas de cine, una estantería enorme con rollos de películas como si fuera una cineteca  de lo más completa, salvo que en las cajas de las películas solo ponían fechas... muchas fechas.


- Esto será tu trabajo.

-¿Editar películas?

-Bueno, digamos  que estas películas son vidas, vidas de gente que "tenemos" modificar.

- ¿Modificar?  No entiendo, explícate mejor.

- Hay vidas que al igual que tu, necesitan ser cambiadas, editadas, modificadas o eliminadas, llámalo como quieras. Usarás tu habilidad para "cortar" partes de ciertas vidas que no pueden seguir  de tal o cual manera.

- ¿Por qué? ¿quién decide eso? ¿quién eres tu? ¿para quién trabajas?

- Es complicado de explicar, somos varios, en varias épocas los que nos hemos dedicado a "limpiar" este mundo, como podrás ver no lo hemos hecho bien. Ya que el mundo es una mierda, es un trabajo sucio, y hay que hacerlo.

- ¿Qué pasará si no quiero hacerlo?

- ¿Acaso deseas seguir existiendo como lo has hecho?  Solo tendrás que seguir mis órdenes, trabajarás de noche y nunca volverás a dormir, disfrutarás de la vida como tu quieras, y cada trabajo tendrás que verificarlo con una fotografía justo en el momento de la "edición",  tendrás un día para poder llegar al sitio para poder hacer la comprobación. No tengo que decir que esto no lo puedes comentar con nadie,  y si fallas, tu vida también será "editada". Tu necesitabas calmar el dolor, nunca has soportado estar en este mundo tan injusto, has perdido los pocos sentimientos que te quedaban y yo te ofrezco todo a cambio de muy poco.

- Ahora descansa que mañana tendrás que empezar con tu labor, yo estaré muy cerca, ahora podrás vivir aquí y tener todo lo que quieras. Mañana tendrás más noticias sobre lo que debes hacer.

- Una pregunta más

- Dime

- ¿Cómo te llamas?

- Bietka.





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